El tercer libro, Piedras de Río, está completamente escrito en prosa poética sin signos de puntuación con la particularidad que son poesía aplicada pues muchos de ellos son escritos que preparé para hablar en funerales, matrimonios, in memoriam, festejos, aniversarios, reconocimientos, etc donde se me ha solicitado hablar por lo general a una audiencia de fuerte tinte católico o agnóstico y con reservado prejuicio hacia lo protestante y evangélico, donde no era posible, en ese momento exponer la verdad por medio de una homilía por lo que utilizando mi inclinación a la poesía escribía intercalando trozos y citas de hermosas revelaciones o metáforas bíblicas destacadas en cursiva de manera tal que cuando uno los lee o los escucha aparecen fluidos con el entorno y como parte del discurso impactando por si misma la Palabra de Dios en los corazones. La gente se sorprendía y maravilla de tal poesía, al término y en la transcripción se indica a pie de página a cual cita bíblica corresponde. Asimismo contiene varias reflexiones poéticas sobre relatos de viajes y de de la naturaleza que habla e inspira la meditación asociándola con lo humano, considerando que toda la tierra con sus leyes, mares, valles, frutos, animales, aves, y rios fue hecha para el habitat humano. Contiene también los prólogos de cada uno de estos libros de la trilogía.